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Reserva Indio Maíz


Dios mío, todos los días me pregunto ¿En manos de quién estamos? Alguien puede decirme ¿Quién está navegando el barco “Nicaragua”?
Vivimos en un país que se encuentra gravemente enfermo. Un país donde nadie puede ni se atreve a decir nada sin permiso. Prácticamente estamos viviendo bajo una coma inducida.

La última muestra de lo mal que estamos pudimos verla en la forma como lidió el gobierno con la tragedia en la reserva Indio Maíz. La manera irresponsable e inepta con que fue
manejado este asunto.
Irresponsable porque el gobierno tardo más de una semana en responder y empezar a  actuar. Inepta, por la manera en que manejaron el desastre forestal. Cierto que varias instituciones se involucraron para combatir el incendio, pero la realidad es que nunca hubo nadie dirigiendo el trabajo y coordinando todo el esfuerzo que debía realizarse. Cada institución hacia lo que creía que era lo necesario, pero de fallar el esfuerzo, no existía nadie que fuera responsable de lo que sucediera, ¡nadie que diera la cara!
Los comunicados divulgados fueron de toda índole. Hubo, al principio, intentos de negar que existía un problema, luego intentaron minimizar el mismo, mas tarde, cuando al fin reconocieron que realmente existía un incendio en la reserva Indio Maíz, trataron de esconder la gravedad de éste y minimizaron el alcance del daño en la reserva.
Gracias a Dios y a la ayuda de países como México, el Salvador y Honduras que facilitaron equipamiento aéreo, diseñados para combatir este tipo de incendios, finalmente se pudo apagar.

A la primera dama yo quisiera sugerirle que hable con su esposo y le aconseje hacer un canje con los rusos: los 80 tanques que compraron “para combatir al narco tráfico”, como dijera don Edwin Castro, por algunos de esos helicópteros que nos prestaron el Salvador y
Honduras - que ni siquiera tienen áreas forestales tan valiosas para el mundo -  como Bosawas e Indio Maíz, que casi se nos hace humo.

¿Por qué el secretismo? ¿Con que objeto? Estos señores deberían entender que nosotros somos los dueños del barco y, como nuestro que es, tenemos todo el derecho a saber lo que pasa en él y ellos la obligación de contarnos.
De lo contrario, en el próximo puerto, buscaremos nueva tripulación. 

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